13 de junio de 2008

Ignorancia

La ignorancia es la victoria del capitalismo.

Durante siglos la educación era propiedad de los poderosos, transmitida bajo el control de la fe, sólo el poder del dinero podía comprarla. Los campesinos, analfabetos perpetuos, conocedores sólo del ciclo de los vientos, las estaciones y los campos, nunca pudieron abandonar su condición, salvo aquellos dotados del genio de un oficio en el que su labor se convertía en arte y pasaban a constituir los gremios de artesanos, cuyo conocimiento profundo de una técnica les proporcionaba los beneficios que a la burguesía sobraban. Sin embargo, la llegada de la revolución industrial permitió a grandes masas de ignorantes, desplazados del campo por períodos de malas cosechas, sequías y hambrunas primero, y la maquinaria agrícola después, abandonar el cultivo por la monotonía de las industrias donde la cultura no era precisa pues el hombre sólo ocupaba el lugar de una máquina aún por inventar.

Cuando la correlación de fuerzas entre burguesía y proletariado en las ciudades comenzó a invertirse, los poderosos mantuvieron el equilibrio mediante los ejércitos, allí donde éste se mantuvo del lado del poder, como en Inglaterra, la revolución dormitó, allí donde vivía peor que el proletariado, la revolución triunfó.

Cuando, finalizada la Gran Guerra, los gobiernos temieron que el ejemplo soviético se adueñara de una Europa sumida en la miseria, apostaron por la caridad de modo que los trabajadores vivieran en una riqueza hipotecada, alegoría del paraíso, que basada en el consumo desmedido sostuviera los beneficios de los ricos en la aparente riqueza de los pobres.

Los anarquistas siempre creyeron que la cultura, la educación, servirían para liberar al pueblo, y que su propia consciencia iluminaría con la razón el futuro de la humanidad. La sonrisa del feliz ignorante es su derrota.

Ahora que los lacayos y los siervos aman los dogales de sus amos, el más listo de ellos protestó ... iaaaaaaah!