8 de marzo de 2011

Santísima Trinidad

No, no voy a hablar de fantasmas invisibles, ni de palomas areoladas, no voy a hablar de tres chicas que salieron de la academia de policía, antes deberías apagar ese televisor que te amamanta y atocina tu cerebro.

Hoy es hora de hablar de tres mujeres como raras veces hemos tenido la suerte de encontrar, no porque sea poco frecuente encontrar mujeres así, sino porque es complicado tropezarse con tres personas semejantes en el mismo instante de nuestro mismo universo y poder disfrutar de todo cuanto nos han enseñado. Tres seres ejemplares movidos por la voluntad contra los prejuicios de medio mundo, contra la opresión invisible fundada en creencias absurdas propagadas por costumbres y hábitos paternales y paternalistas, contra la convicción humana de que un ser humano es un cuerpo que tiene dueño, contra la estupidez permanente de pensar que una mujer sin dueño es propiedad de todos los seres tripáticos, pues bien, hoy es hora de recordar a tres entre cientos, a tres entre miles, a tres entre millones, a tres entre billones, entre trillones, entre cuatrillones, y también es momento de recordar a todas las demás.

Los hay que creen que la teoría fue de Karl, que la imprenta era de Friedrich, que la voluntad era de Vlado, que la pasión era de Leo, y que la fuerza era de Iosif, pero yo os digo que no, que no hubo revolución de cinco puntas colgadas del pecho de santos varones, que en verdad no fue en octubre sino que fue en febrero, en un invierno que pasado el tiempo se hizo marzo, que en aquellos días la revolución era nombre de mujer, que sus manos eran las de las tejedoras de Petrogrado, que su voz era el grito desesperado de las madres de hijos muertos, asesinados por la guerra o deportados por sus ideas, que el corazón era el de aquellas que querían ser libres como cualquiera, que las lágrimas eran las de aquellas que ya no podían alimentar a sus hijos ni con pan ni con leche mientras los salones imperiales rebosaban de valses, condes y condesas, que sus cuerpos fueron los que sufrieron el filo del sable y la bayoneta, el golpe de cascos y herraduras, por eso hoy, en febrero, … en marzo, aún queda media humanidad bajo la bota de quien cree que la genética y el álgebra no tienen las mismas reglas, porque a todos, yo os aseguro que no hay teorema más demostrado que X * X >= X * Y.

A Clara, a Alexsandra, y a Rosa, ésta última, voz acallada con la culata de un fusil.8.März.

1 de marzo de 2011

Dualidad Hondo.Crepúsculo o por qué Leo a Iosif.


Cuánto pudo odiar Iosif a Leo?, Tanto como parece, tanto como hemos creído, tanto como nos han hecho creer?

Acaso no es la misma sensación que ya vivimos cuando en el 18, aquellos que decían amar a la Gran Alemania decidieron odiar a unos pocos, unos pocos locos rojos, porque querían la paz, no la rendición, mientras los primeros ansiaban la guerra hasta sus últimas consecuencias?

En los tiempos en los que Iosif aún latía, atusaba sus bigotes georgianos, y asustaba a sus enemigos en todos lados, era normal que el pueblo a quien repetían constantemente que los agentes exteriores amenazaban los logros de su tiempo, creyese que eso era verdad; la revolución, la guerra de continuación, las cartillas de racionamiento, todo aquello había costado tanto esfuerzo, tanto sacrificio y tanta sangre propia y ajena, que era fácil pensar que si los agentes extranjeros querían destruirlo todo, y Leo vivía en el exterior y también en la mente obsesiva de Iosif, desde antes incluso de que Vlado dejase este mundo, era normal entonces que uno creyera que el uno era la causa y el otro era el defecto, incluso si además aquellos buenos y nobles camaradas resultaban ser infames traidores que así lo afirmaban antes de ser condenados; acaso no aseveraban haber sido pagados por Leo para llevar a cabo acciones de sabotaje? no nos creemos ahora todo cuanto la hipocracia nos cuenta de lugares que deben se democratizados y liberados les guste o no, como a nosotros nos conviene? no creemos firmemente en toda cuanta boborevolución cromático emancipadora nos sacude cada día? cómo no iba a creerlo uno en los años 30? Así pues mientras Iosif vivió, por obligación y por las inumerables pruebas, como el hecho de que el mismo Leo se plantara un piolet en mitad de la frente para acusar a Iosif de querer zanjar la cuestión a la montañesa, todo aquello era de lo más normal del mundo.

Pero cómo explicar entonces que semejante odio haya sobrevivido a ambos y llegado a nuestros días, tal vez porque aquellos que siguieron fieles a la memoria de Vlado vieran cómo poco a poco el paroxismo llegaba a todos los rincones de la madre patria, cómo los sucesivos cuadros del partido se asentaron en sus sillas carentes del más mínimo genio o impulso de la tríada primigenia de las cuatro letras, todos ellos no hicieron sino dejar que la máquina rodara, así pues cuando llegó el final, inmediatamete se despertaron e igual que Dolfi y sus comilitones en el 18 se preguntaron cómo era posible la derrota, cómo si la guerra estaba ganada? acaso serían Rosa y Karl con su revolución para conseguir la paz a sus espaldas los causantes, no los convertía eso en traidores, en pérfidos seres, y por tanto toda la culpa no sería suya completamente suya? del mismo modo cuando en el 91 la incompetencia navega en vodka y se hace gobierno destruyendo el trabajo de millones durante 70 años, algunos se preguntan, si con Iosif ganamos la guerra civil, la gran guerra patria, la carrera espacial, la reconstrucción de Europa, si llevamos nuestros ideales hasta las puertas de la Roma Imperial, el Alegre París, el Flemático Londres, o la Musical Bonn, y ahora que él ya no está todo se ha perdido para siempre, es que todos los que le siguieron no merecen la pena, y si Iosif era el único bueno, se convencerán, de que si él creía que todo era culpa de Leo, entonces todos cuantos han fracasado en la conquista de los ideales que Vlado se impuso al comenzar el siglo pasado son fieles partidarios de Leo y por tanto vivieron equivocados; así de sencillo es llegar a odiar, sólo hace falta creer hasta el final, creer sin pensar, tan simple como la puñalada por la espalda del 18. Una vez que no puedes vencer al enemigo exterior, es más fácil machacar al amigo interior.

Sin embargo debemos aprender a creer para cambiar y a pensar para avanzar.