29 de junio de 2009

Cuencos vacíos

Me miras desde el fondo de las cuencas de tus ojos, y me engañas con tu mirada, me mientes con tu boca desdentada y deslenguada, garganta de tráquea ausente y sólo hueso. Me dices que todo lo igualas, pero para unos llevas el filo de oro, joyas y plata mientras para otros es de cobre, herrumbrosa y oxidada la hoja de tu guadaña.

Mientes cuando llegado el momento callas y olvidas, a quien todo ha dado a quien nada tiene, a quien su vida ha regalado sin quedarse nada, sólo la sombra de un paraguas negro bajo el eterno sol de todo el año, a quien entre la miseria vivió para ayudar a otros a ser humanos, a dejar bien lejos el nombre de paria. A él, cuánto le has dado, un día, una hora, un montón de ceniza al viento, sin embargo a quien de oro vivió rodeado, al que sólo el canto ha dejado, el gesto estrafalario del vestir y el andar, envuelto en la absurda vanidad de la riqueza y el colmado, al que dio lo que le sobraba cuando de todo estaba saciado y sólo dio para comprar en sueños el amor que le hubo faltado, a ése le diste un día, dos, una semana, un mito, una leyenda, un hada, al otro el olvido, la tierra, y poco o nada.

Mientes siempre, cuando callas y cuando hablas, no me digas muerte que siempre igualas. Lo siento, Vicente, aquí está el segundo de recuerdo que te faltaba, sí, ya sé que tú no lo reclamas.

22 de junio de 2009

Mies de verano 22.06.41

¿A qué hora sería la madrugada de hoy?, ¿acaso no eran las 4?

¿Por qué tan pronto?, porque era verano, y en esa latitud el sol sale temprano, muy temprano.

¿Cuándo acaba una guerra?, ¿cuándo empieza?, ¿quién la gana?, ¿el que la termina?, ¿el que más mata?

¿Cuánto dura una guerra?, 34.003,5 horas, 2.040.210 minutos, 122.412.600 segundos, cada 6 segundos muere tu hermano.

¿Cuánto tardas en leer cada palabra?, medio segundo, un segundo, tal vez dos si eres espabilado..., bien, cuando hayas terminado, ¿cuántos habrían muerto?, ¿los has contado?, ¿aún no?, echa las cuentas, suma, resta, divide... así son las guerras, para grandes patrias, y también para las pequeñas.

Si quieres puedes olvidarlo, creer que cinco años se ganaron en un par de playas de Francia, que los más listos venían de más allá del Atlántico; adelante lee lo que siempre has leído, escucha a los que siempre has escuchado, pero recuerda: ante ellos se rindieron, ante estos de que te hablo, sólo capitularon, la palabra no es poco, la diferencia es mucha, la distinción entre vivir en paz o vivir derrotado.

Pregunta ahora de nuevo, ¿quién ganó aquella guerra?, ¿quién tomó la capital?, ¿quién alzó su bandera desde lo más alto?, ¿quien conquistó desde el Volga hasta el Elba?, ¿quién ganó el Este para su bando?, ¿quién se quedó con las tierras que de Polonia tomó tras el cuarto o quinto reparto como si aquí nada hubiera pasado?, ¿quien obtuvo más después de haber luchado?

Si crees que la respuesta ya la conoces, responde ahora sólo a una, ¿quién perdió a veinte millones de seres humanos?... en verdad, tienen razón los santos cruzados, ellos solitos la ganaron, los otros… los otros sólo sembraron los campos.