Me miras desde el fondo de las cuencas de tus ojos, y me engañas con tu mirada, me mientes con tu boca desdentada y deslenguada, garganta de tráquea ausente y sólo hueso. Me dices que todo lo igualas, pero para unos llevas el filo de oro, joyas y plata mientras para otros es de cobre, herrumbrosa y oxidada la hoja de tu guadaña.
Mientes cuando llegado el momento callas y olvidas, a quien todo ha dado a quien nada tiene, a quien su vida ha regalado sin quedarse nada, sólo la sombra de un paraguas negro bajo el eterno sol de todo el año, a quien entre la miseria vivió para ayudar a otros a ser humanos, a dejar bien lejos el nombre de paria. A él, cuánto le has dado, un día, una hora, un montón de ceniza al viento, sin embargo a quien de oro vivió rodeado, al que sólo el canto ha dejado, el gesto estrafalario del vestir y el andar, envuelto en la absurda vanidad de la riqueza y el colmado, al que dio lo que le sobraba cuando de todo estaba saciado y sólo dio para comprar en sueños el amor que le hubo faltado, a ése le diste un día, dos, una semana, un mito, una leyenda, un hada, al otro el olvido, la tierra, y poco o nada.
Mientes siempre, cuando callas y cuando hablas, no me digas muerte que siempre igualas. Lo siento, Vicente, aquí está el segundo de recuerdo que te faltaba, sí, ya sé que tú no lo reclamas.
Mientes cuando llegado el momento callas y olvidas, a quien todo ha dado a quien nada tiene, a quien su vida ha regalado sin quedarse nada, sólo la sombra de un paraguas negro bajo el eterno sol de todo el año, a quien entre la miseria vivió para ayudar a otros a ser humanos, a dejar bien lejos el nombre de paria. A él, cuánto le has dado, un día, una hora, un montón de ceniza al viento, sin embargo a quien de oro vivió rodeado, al que sólo el canto ha dejado, el gesto estrafalario del vestir y el andar, envuelto en la absurda vanidad de la riqueza y el colmado, al que dio lo que le sobraba cuando de todo estaba saciado y sólo dio para comprar en sueños el amor que le hubo faltado, a ése le diste un día, dos, una semana, un mito, una leyenda, un hada, al otro el olvido, la tierra, y poco o nada.
Mientes siempre, cuando callas y cuando hablas, no me digas muerte que siempre igualas. Lo siento, Vicente, aquí está el segundo de recuerdo que te faltaba, sí, ya sé que tú no lo reclamas.