8 de marzo de 2012

Ombría

Cuando al marzear el año, hay quien cree que llegará pronto la primavera, es mejor recordar a esos que lo ven todo claro que solo ven la mitad de lo que tienen delante de sus narices, a esos boreales que creen que marzo siempre trae una primavera y nunca un otoño, a esos que creen que los que están de pie caminan hacia el norte y nunca hacia el sur, a esos debemos traerles hoy a la memoria que esa mitad que ven es sólo la mitad que existe, pues no importa quién hayas sido, simplemente el primer beso, el primer abrazo, el primer latido, el primer aliento que habrás recibido en tu vida vino de lo más profundo del cuerpo de una mujer, su corazón y su mente, esa parte de su existencia que omitimos a nuestro antojo.

El primer grito de 1917 no fueron los soldados, ni los obreros, no fueron los bolcheviques, ni los burgueses alemanes reconvertidos en profetas de la revolución entre libros carcomidos de biblioteca, no fueron los marinos de la flota del Báltico, no fue la fortaleza de Kronstadt, no fueron los hombres, ni los soviets, fueron las madres cansadas de no ver más que hambre en el rostro de sus hijos, hartas de parirlos para convertirse en carne de batalla, devuelta a casa en pedazos o cajas de madera sin terminar, hastiadas de no ser escuchadas ni por aquellos que decían y prometieron amarlas en la salud y en la enfermedad, aburridas de tener que esperar a que llegara el momento oportuno, de tener que callar porque sí, de obeceder día y noche, fueron ellas y no ellos las que se levantaron primero, porque sólo la vida puede parar la muerte, aunque sea con las manos heladas por el Neva, aunque sea bajo el frío de la nieve de febrero en las calles de Petrogrado.

Si después de millones de años bajo esa estrella a la que llamas sol, aún crees que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, es hora de que descubras que lo único que sigue a un hombre grande o pequeño son su sombra y sus pasos, si buscas a esas mujeres a las que nunca has creído grandes puede que no las encuentres porque ya habrán pasado y ni las habrás mirado, puede que se hayan cruzado contigo y la sombra sólo esté ante tus ojos no a tu espalda.

A esas tres mujeres a las que el tiempo ocultó bajo el nombre de un hombre para todos los tiempos, a esas tres mujeres a las que la ignorancia sólo cita en las páginas de la biografía de un hombre que explicó qué hacer frente al mundo, a esas tres mujeres cuyas ideas existían en ellas antes de que un hombre las gritara a voz en grito, a esas tres mujeres a las que la historia convirtió en la sombra de un hombre sin sombra, un hombre como cualquier otro, un hombre que fue la luz de febrero en oktubre, a esas tres mujeres que lo hicieron posible cada día, a esas tres mujeres que no hubieran necesitado su existencia para ser, pero sin las cuales él no hubiera sido, a ellas, porque estuvieron antes, durante y después de la revolución.

A Maria Alexandrovna, Nadezhda Konstantinovna, e Inessa, a la luz de tres amores de febrero en los primeros días de marzo.8.Marta.