22 de junio de 2012

Брестская крепость.03.15

Otro verano, un nuevo verano, y su madrugada, su nueva madrugada. El último tren camino del oeste, y se acabó, y todo comienza. Junto al Bug, sobre su puente, ... llegó la hora.

Sabes lo que es el hambre?, te equivocas, no sabes nada. Sabes lo que es el frío?, te equivocas, no sabes nada. Sabes lo que es el sufrimiento, el dolor, la muerte?, te equivocas, no sabes nada. Sabes lo que es la guerra?, te equivocas, no sabes nada, absolutamente nada. No, no lo sabes, lo crees, lo piensas, lo imaginas, lo dices, lo explicas, pero no, no sabes nada, aún no sabes nada, no lo has visto, no lo has vivido, no lo has padecido... pero ellos sí.

Sabes qué hizo el último hombre de la primera batalla al comienzo de la guerra? Lo sabes?, no, no lo sabes, no sabes nada, absolutamente nada.

Я умираю, но не сдаюсь. Прощай, Родина. 20/VII-41. Lo ves?, lo entiendes?. Lo ves, no sabes nada, absolutamente nada.

6 de junio de 2012

War Es Krieg?


Sí, lo fue. Fue la guerra, fue un largo infierno de seis años, un día tras otro. Tal vez un infierno de cuatro décadas sin saberlo, fue la última guerra antes de la siguiente, como siempre, fue la segunda después de la primera, de qué primera?

Sólo una guerra tras otra guerra, un dos tras un uno, un número tras otro, mil cañones, diez mil tanques, cien mil aviones, un millón de soldados, diez millones de muertos, de escombros, de ruinas, de bombas, de fusiles, de subfiles, de balas, de hormigón, de acero, de toneladas de acero, de tumbas, de alambradas, números de todas las cosas, de cuerpos tumbados en las playas, de la arena entre las uñas, del agua salada empapando el uniforme, del vientre reventado y sus restos fuera, de miembros impares, de piernas sin manos, de mangas sin brazos, de la sed en los labios, del miedo a la muerte que retiene aún el alma entre los dientes, de lo poco que falta para morir, de la bala que arde a la espalda, de las piernas temblando antes del instante decisivo, de las náuseas por no recibir la primera bala, del silbido que rebota junto a la cara, de metralla en el cielo antes de tomar tierra atados a hilos de marioneta de tela blanca, de todas esas cosas que faltan, de todos esos restos que descansan en las costas de Francia, en los bosques de Bélgica, en las montañas de Italia, en las estepas de Rusia, en los trigales de Ucrania, en las nieves de Finlandia, en las aguas del Báltico, en las cenizas de Japón, en las flores de la Provenza, en las arenas de Libya, en las ruinas de Berlín, en los guettos de Polonia, en las orillas del Danubio, en las norias de Viena, en las horas de cada día mientras el olor de la pólvora ennegrece las entrañas.

Se acabó el gran día, se acabó la guerra, tumbado en la arena, caído en la playa, mecido por la marea, en silencio con el rumor de la espuma, otro conocerá el día de la victoria, otro sabrá del regreso a casa, otro probará los labios que me despidieron, otro seguirá en pie y contará la historia, ahora se acabó la hora.

Fue la guerra, lo fue. Sí, lo fue, fue todo eso y mucho más, fue sin duda algo peor.

2 192 días perdidos para siempre en los mohosos y polvorientos libros de historia.