23 de febrero de 2012

RotesArmeeTag. (RKKA).

Perdimos las banderas, perdimos los ideales, perdimos a los camaradas, a lo largo de los años, lo perdimos todo, perdimos la estrella roja, y callamos, ... ahora que todo es delito, que todo es pecado de nuevo. Sí, hubo errores, que sí que los hubo, grandes errores, errores mortales, errores funestos, hubo criminales, canallas, bárbaros, y salvajes, hubo balas, armas y metralla que dejaron muertos inocentes sin que cayeran en las batallas, pero también, sí, también hubo héroes sin alma, porque no necesitaban de un dios que les concediera tres milagros, les bastaban las manos, les bastaba el valor que a nosotros nos falta.

Valor para luchar hasta el final, hasta la muerte, saber que al caer no volverían a visitar la tierra amada, que no verían los ojos que añoraban y aún así combatir sin tregua porque en su sangre vibraba la única esperanza, la de soñar que un día al alba, el mundo entendiera que no hay diferencia entre los hombres por su raza, que no hay distingos, que nada nos separa que todo hombre que es justo y honrado, será siempre tu hermano, que hará por ti cuanto sea necesario, y eso hicieron los que vistieron el uniforme bajo la estrella encarnada.

Que sí, que sí, que ya lo sé, que lo tengo presente cada día que vuelvo la mirada, cada día que recuerdo sus nombres, que sí, que también sus botas pisaron el cuerpo y el alma de quien sólo se quejaba, que guardaron fronteras cubiertas de alambradas como hoy se guardan los muros que nos separan del hambre lejana, que sus manos no temblaron cuando fue preciso cumplir una orden dada aunque no fuera justa u honrada, pero de esos que tanto hablas, de esos que puedes encontrar en cualquier lugar, en cualquier hora, en cualquier instante de la historia, incluso antes de existir todo cuanto hoy te digo, durante siglos, de esos no es hoy el día, ni la memoria, sino que hoy es el momento de honrar a quien bajo las órdenes, bajo el mando, supo mantener lo poco de humano que llevamos dentro, lo poco de santos sin aureola que surge si llega el momento, hoy aunque fueran pocos, aunque fuera uno, mas no me permitas pensar que no hubo ninguno, por eso hoy hablo de aquellos que no dudaron en verter su sangre, no por voluntad, ni por capricho, ni por falso arrojo, sino por la obstinación de la realidad, de aquellos que no regresaron, de los que cerraron sus ojos, pensando que no se habían equivocado, de esos que no lo hicieron, de esos que también hubo, de esos es hoy el día.

20 de febrero de 2012

Sponde

Nunca tuve patria, ni tan siquiera al nacer tuve una.

Tuve padre y tuve madre, tuve de su piel, el color de mi piel, de sus ojos, el color de mis ojos, de su voz, el sonido de mi lengua, de sus manos, tuve las caricias, y de su mirada, tuve todos mis sueños hechos.

Pero no tuve patria alguna bajo mis pies, ni bajo la tierra donde piso el suelo. No tocaron mis dedos, el color de una nación en un mapa, ni vi en los cielos otra cosa que el sol y la luna como mis dueños, bajo miles de estrellas blancas, rojas, azules, verdes o malvas, bajo el negro y oscuro universo, enorme e inmenso.

No elegí el lugar, ni el día, ni la hora, no elegí el nombre, ni el futuro, ni mi pasado, cuando nací en un lugar que ni siquiera está señalado, no elegí nada de cuanto fui antes, no elegí sino el día de hoy.

Si al volver la mirada veo la orilla y mi espalda está mojada, querrá decir que aún sigo vivo y en pie, sobre la playa.