11 de noviembre de 2011

VollTräume

Sueñan los soldados, que las alambradas de las que cuelgan trozos humanos son zarzas y arbustos, de moras y bayas, ahora rojas, luego maduras, y finalmente negras. Sueñan que en las trincheras que les sirven de madrigueras, las ratas empapadas de erizado pelo, son alegres conejos, liebres y galgos, que trotan a saltos, entre arroyos claros, donde algunos ven lodazales de fango y barro. Sueñan tendidos, bajo la tierra fría, observando el cielo con sus cuencas vacías, mientras arañan el aire con sus huesos descarnados como tallos plantados. Sueñan el día que sobre la hierba fina, crecida y alta, o sobre la paja seca, descansando el cuerpo, el sol en lo alto caliente con rayos, la piel huidiza, acartonada y lisa. Sueñan creyendo que el jergón de tierra y polvo bajo sus restos humanos, son lechos de flores y dulces ramos. Sueñan que el viento que atraviesa su alma entre hueco y hueco son dulces caricias de viejos recuerdos, los labios templados de bocas ardientes de amores pasados, las manos suaves de sus ancianas madres asiendo en su pecho sus cuerpos menudos, los dedos fuertes de sus padres andando siempre a su lado, cogiendo sus rosadas palmas. Sueñan que entonces eran niños y ahora infantes. Sueñan que juegan a guerras fingidas, a batallas perdidas, combates de héroes y cantos de heroínas, a cuentos de hadas, a heridas sin llaga, a uniformes caídos que ríen, que hablan y andan. Sueñan despiertos, conscientes al fin, de que ahora, ahora sí ... ahora, están muertos. Sueñan callados entre murmullos de rostros desdentados con el dulce aroma de las amapolas rojas.

9 de noviembre de 2011

94.Novtiabr.

Quén despertó al alba, con dos cañonazos de la aurora, quién bajo la fría noche de la madrugada se puso en marcha aquella mañana, quién entre un bosque de bayonetas, sables y fusiles echó a andar hacia la historia, quién tomó los cielos al asalto cuando estos permanecían cerrados para los pobres a cal y canto, quién arrancó a la nieve las lágrimas de más de un llanto, quién enarboló en lo alto todo el poder para el pueblo, todo el poder al soldado, al campesino, al marinero, al trabajador y al obrero, quién se enfrentó al destino en una noche de otoño en pleno invierno, quién despertó al pueblo dormido, al pueblo vasallo, para dejar de ser siervo y esclavo, quién tomó partido por quienes nada habían tenido, quién arrebató el sueño, de vivir siempre en un imperio domado, a boyardos, señores y zares, quién se equivocó mil veces pensando que había acertado, queriendo cambiar de nuevo y continuar lo andado, quién derribó el águila que con dos rostros ceñía a un pueblo bajo sus garras, quién cambió el mundo, creyendo que nada volvería ser antiguo, y que todo sería nuevo, quién creyó en todas esas cosas, sin saber que el tiempo todo lo borra y devuelve el poder del pasado a quien siempre fue poderoso, y al esclavo sus cadenas de antaño.

Te equivocas, no fue el hombre del nombre del río helado, fue todo un pueblo con los brazos entrelazados, los dientes apretados y los puños cerrados.