27 de enero de 2014

וואַליזע

Y un día cualquiera, a cualquier hora, abrirán la puerta y verás, tras ella, los rostros de aquellos que antes te saludaban respetuosamente por las calles, y verás, tras ellos, la sombra plateada de la afilada curva de la hoja de la guadaña, y verás, en ella, la muerte que te reclama para formar la fila que tras ella danza, recogerás tu vida, tu ropa y todas tus cosas en tu raída y vieja maleta.
Y tu mirada verá, tras las líneas de los apretados tablones, las vías, las traviesas y los campos, cada uno de los rincones de las lejanas aldeas, que contemplan como el sol se pone, arrastrando tras su luz la vergüenza de alumbrar cada día el horror sobre la tierra.
Y un día cualquiera, a cualquier hora, cerrarán la puerta, y tras escapar a la fría bala, al fino alambre de una larga soga, o quizás huir de las dentelladas mortales del hambre oscura, un ojo te observa y aún viendo tu demacrado rostro no siente un gramo de compasión siquiera, y entretanto tu cuerpo helado contempla cansado, el bajo techo, y aguarda las frescas y cálidas gotas de un agua que nunca llega, y sentirás el áspero y lento aliento que trae la nada, que ya se acerca, y cerca muy cerca aguardará paciente en lo alto, en la empinada cima, tu raída y vieja,... vacía maleta.
27.enero


9 de enero de 2014

Genisteae

Sonrisa al mundo, pelo al viento, peto azul de miliciano, y fusil al hombro.

El cielo al fondo, el mar a los pies. Desde lo alto, mirada altiva y diecisiete años, eso es todo cuanto ves.
 
Aún queda tanto por saber, por ver y por creer. Aún queda tanto por llorar, y tanto, tanto por soñar.

Ojos al tiempo que miran lejos.  Con tu apellido aún hay quien hace ramas de escobas, que barren todo lo que se odia.

Olor a sal que trae el aire desde la costa, al recordar aquellos días de juventud, que con tu nombre nos lleva al mar.

Marina Ginestà 21.Juliol.1936