9 de noviembre de 2011

94.Novtiabr.

Quén despertó al alba, con dos cañonazos de la aurora, quién bajo la fría noche de la madrugada se puso en marcha aquella mañana, quién entre un bosque de bayonetas, sables y fusiles echó a andar hacia la historia, quién tomó los cielos al asalto cuando estos permanecían cerrados para los pobres a cal y canto, quién arrancó a la nieve las lágrimas de más de un llanto, quién enarboló en lo alto todo el poder para el pueblo, todo el poder al soldado, al campesino, al marinero, al trabajador y al obrero, quién se enfrentó al destino en una noche de otoño en pleno invierno, quién despertó al pueblo dormido, al pueblo vasallo, para dejar de ser siervo y esclavo, quién tomó partido por quienes nada habían tenido, quién arrebató el sueño, de vivir siempre en un imperio domado, a boyardos, señores y zares, quién se equivocó mil veces pensando que había acertado, queriendo cambiar de nuevo y continuar lo andado, quién derribó el águila que con dos rostros ceñía a un pueblo bajo sus garras, quién cambió el mundo, creyendo que nada volvería ser antiguo, y que todo sería nuevo, quién creyó en todas esas cosas, sin saber que el tiempo todo lo borra y devuelve el poder del pasado a quien siempre fue poderoso, y al esclavo sus cadenas de antaño.

Te equivocas, no fue el hombre del nombre del río helado, fue todo un pueblo con los brazos entrelazados, los dientes apretados y los puños cerrados.