Al pie de los escalones, ver en lo alto a los amos y pensar,
aquél podría ser yo, y querer serlo para tener lo que tienen, pero no quererlo
para convertirse en ellos,
y subir el primer escalón y temblar el pie que queda en el
aire y no saber si con el siguiente se caerá o no,
y subir el segundo escalón y contar que ya son dos, y mirar
hacia arriba sin saber donde se pisa ni a quién se pisa en cada subida,
notar cómo la nieve se funde sobre la alfombra roja que
nunca llegaste a rozar antes y cómo queda la huella de una vieja bota que ha
recorrido medio mundo de pie y el otro medio de rodillas,
y subir el tercero o el cuarto o el quinto, dejar de contar
al llegar al sexto porque apenas queda nada para llegar al final, saber que
cada paso pesa más y cansa menos,
y ahora que el último, hace el número doce de la esfera de
un reloj que marca las horas de cada día, mientras suena la tercera campanada
de la madrugada que hiela la piel de quien espera fuera,
qué harás ahora que has llegado al último peldaño de la escalera
de octubre, qué harás, abrir las puertas del cielo... o no?
25.октября.1917.03:00.a.m.Зимний дворец в
Санкт-Петербурге