25 de mayo de 2006

Natame

Esta noche he tenido una visión, el Gran Espíritu, quiso hablarme.

Primero surgió una niebla que lo cubría todo, incluso más allá de donde donde mis ojos habían visto las montañas, los ríos y los árboles. Oí un grito y un lamento, eché a andar tras él, gritando a quien pudiera oírme, pidiendo que respondiera, caminé y luego corrí, hasta que la tierra se terminó. Mis pasos se quedaron casi en el aire, mi cuerpo se balanceó en el extremo de la roca que caía a plomo sin que pudiera ver su final, sólo oía cómo bajo mis pies el acantilado retrocedía dejando caer grandes bloques que descendían como cuchillas.

Eché mis brazos hacia atrás y me alejé cuanto pude, pero en mi sueño, mis pasos eran torpes y lentos, y a cada instante perdía el equilibrio que frágilmente se sostenía bajo la punta de mis pies. Hasta que caían al fondo. Sólo grité una vez, que duró en mis oídos mientras la nube esponjosa y húmeda me engullía. Mi cuerpo resonó en mi interior con dolor al topar con el suelo, blando y mullido. Envolviéndome saltó en miles de pedazos, de minúsculos granos de arena terrosa y pegajosa. Me alcé y mi cuerpo estaba salpicado de aquellos molestos átomos rocosos, los sacudí con fuerza.

Una caballo negro surgió a mi derecha entre la bruma, su galope restallaba , su silueta se perdía en la distancia y a cada paso su cuerpo se alzaba con un brinco en su alocada carrera. Eché a correr tras él, corrí hasta perder el aliento, hasta que mis pies tropezaron y caí de nuevo sobre la arena, esta vez más húmeda. Mis manos estaban cubiertas por un líquido polvoriento y salado que resbalaba por mis brazos, siguiendo el rítmico rumor de las olas que mece el viento. El mismo que sopló con más fuerza y arrastró la niebla, dejando que el sol se abriera entre las nubes.

Ante mis ojos una playa repleta de cuerpos desnudos, macilentos, y pútridos completamente albinos e hinchados por el mar, pálidos como el marmol blanco. Todos muertos, hombres, mujeres y niños, y la voz del hombre blanco gritó desde su fortín de la playa: "Stop a la invasión, efecto llamada, esto es un coladero, sí tiene que ver, todos son criminales, todos ladrones, todos culpables, detened las avalanchas".

Esta noche no dormiré, no quiero tener visiones que muestren el presente, por eso he destruido la caja de luces y voces, que ha hecho el hombre blanco para convencerme de lo que son las cosas que no comprendo.


Prefiero seguir despierto, prefiero seguir ignorante, prefiero que no me hable.