7 de octubre de 2008

Levantándonos entre las ruinas

Sieben.Zehn.Neunundvierzig.kleine.Heimat... Hast Du alles vergessen, WessiBruder?

Muchos creen que la verdad existe, justo antes de concluir que la verdad son ellos. Pasan los años y los días y también pasa el olvido. Se pierden en la memoria los mapas de países que no existen, que nunca existieron, y con ellos se olvida también en todo lo que creyeron. Hace tiempo que creamos países, reinos e imperios para levantar iglesias, patrias o pueblos. En la hipocresía de nuestros sueños, justificamos nuestros errores, a ellos les acusamos de matar millones, hasta que partimos en dos, en tres, en ocho sus corazones, unos al este otros al oeste, los que antes odiamos por asesinos crueles, los unimos a nuestras huestes, y cuando alzaron muros de hormigón, alambradas y torreones para impedir la huida, les negamos el saludo y las ideas, mientras ahora nosotros los alzamos para negar la vida.

Durante 40 años dos pueblos vivieron separados, pagaron con tristeza y dolor, todo el horror que causaron, pero entre todas esas cosas hubo sueños, esperanzas, deseos, ideas que querían la paz entre los pueblos, la unión de las manos, abajo las balas, los fusiles y los muros desalmados. Sin embargo no duermen los canallas en vano. Aquellos que se alzaron derrotados, que dos veces tuvieron que cambiar de amo, se les niega el haber sido seres humanos. Pues ahora decimos no, que no cayeron por nada, que durante años fueron encarcelados mientras sus hermanos alzaban el brazo bien alto, que sí, se equivocaron y creyeron en cada uno un espía, pero mil veces los insultaron por pensar que el rojo es más que un color, porque es la sangre de tu hermano. Alza ahora si quieres muros de hormigón para negar a otros lo que antes reclamaste con falsa indignación, si los hombres son libres, son humanos, no hay patria que pueda encerrarlos, ni ley que pueda expulsarlos.

A los que sufrieron en campos, a los que fueron derrotados, a los que durante 40 años vivieron enclaustrados, a los que humillaron con banderas de águilas negras y lenguas rojas por haber vivido al otro lado, a los que compraron con nuevos marcos sin la cara de Carlos, a los que negaron el orgullo de haber trabajado sin descanso, a los que desde las ruinas se alzaron, a los que con Goethe tocaron antes el cielo que sus libres, santos y perfectos hermanos, a esos, hoy, a sus 59 años, después de haber pagado sus errores bien pagados, les decimos... dass nie eine Mutter mehr ihren Sohn beweint.

2008.Berlín.OssieLand.