
Camina entre las sombras el hombre sin rostro, que bajo la
capucha oscura alza su mano y con su dedo divino señala el camino al final de
cuyo destino se alcanza a ver el rostro de un vencido, cuya suerte está ya
escrita. Su nombre y su rostro se desvanecerán bajo la fosa cuya tierra acogerá
temblorosa lo que la historia no querrá recordar.
Pero hoy al llegar la noche, cuando las horas marquen las
20:00, ante tu puerta al menos una vela alumbrará el lugar en que hubo quien
esperó sobre la gastada grada a que alguien gritara su nombre y saber que así
al menos aún seguía vivo.