22 de junio de 2013

Hannibal ad portas.

A las puertas de Brest, se vería el mar si fuera Bretaña, pero hoy no queda ni muro, ni muralla, sólo piedras con letras grabadas, allí donde la muerte te llama y luego te engaña.

A las puertas de Moscú, se podría ver la nieve ensangrentada, el sacrificio de quien sabe que no verá el mañana, sin saber quién ganará, allí se detuvo la batalla.

A las puertas de Leningrado, se podría comer serrín como si fuera harina, y se podría usar un libro como leña, antes de terminar helado sobre el empedrado, allí se mantuvo la resistencia.

A las puertas de Stalingrado, se podría ver el Volga lleno de restos flotando, y en cada edificio sólo verías ruinas tras la última bala, allí se emprendió la victoria.

A las puertas de Berlín, se podría ver arder media ciudad, el resto sólo escombros, mientras la hora del rencor y la venganza deambula por calles y plazas, allí se vertieron las lágrimas.

A las puertas de Brest, el verano terminó, aquella madrugada en que entonces empezaba.

Es hora de dormir, pequeño ciudadano, que a las puertas de Roma, la guerra avanza, ya se oye cerca el paso de sus tropas, escucha bien ... Hannibal ad portas.