28 de mayo de 2010

28.Mai.The.Common.Hard

De J.C. supimos que La Galia en cinco repúblicas está dividida, y de todas las repúblicas de las Galias, la tercera fue la más funesta.

Eran días de marzo, abril y mayo, eran colinas en alto, de cañones forjadas, eran hombres, mujeres, niños y ancianos, eran hijos, hijas, eran tiempos de la Comuna.

A las afueras de París, Prusia espera que caiga, que rinda las armas, en Sedán aguarda, el emperador que llora, ni tres veces su nombre le han dado la victoria.

Pero Francia, es Francia, es República burguesa, burguesa Monarquía, es un ejército de vencidos, de caídos, de humillados y derrotados, que se encamina de nuevo con el arma al hombro, con el alma al suelo, a combatir la revolución, quién creería ver el tricolor aplastando a su creador.

Es la historia de una cadena, de un eslabón pieza a pieza, del campesino antes con su hoz, contra el amo y el señor, ésa fue la primera revolución, hoy su hijo, el proletario, hacinado en su cubil, de noche y día en la forja, en el telar, en la fábrica, en cualquier lugar que haya, es el operario que reclama al burgués, que tanto aprendió de su dueño y su patrón, en cien años de restauración. Se levantan para cambiar, la noche por el día, la tarde por la mañana, mañana por hoy, porque hoy sólo es una miga de pan, y una gota de agua.

Cinco meses de asedio, con la paciencia mermada, con la vida cansada, con el abandono a la espalda, levantan la barricada, porque han de defender la libertad lograda, el tiempo que llega, porque el mundo se acaba, como cada siglo, como cada era que vivimos, como los días y sus mañanas. Se alza la bandera roja, roja de sangre, roja de rabia, que no se puede morir de hambre, que no se puede morir por nada, porque sí, porque es tu suerte o tu destino, si el de otros es una vida dorada, algo pasa, algo manda que a cada uno toque una carta marcada, en cada mano, y en cada partida la misma, la misma carta marcada. Y en una semana surgen las balas, la pólvora, y las llamas, los muertos, en filas, en pilas, en columnas y tramas, arde París, arden las calles, caen columnas y estatuas, piedras, adoquines y granadas. Con el fuego de los fusiles, la carne de miles se abrasa, se corrompe y se desgarra, miles al foso, miles a presidio, al destierro, al exilio, forzados, convictos, fusilados, ejecutados, más acero en las cadenas que en cañones y fusiles.

Y ahora que el mes ya acaba, en la serena tarde de mayo, la calle Ramponneau se abre, se agita la bandera negra, al fin la boca cerrada, luto mudo, luto eterno, luto muerto, porque este mundo que no cambia, gira, rueda, se tambalea, se desangra, y no se acaba, y no, nunca, nunca cambia, los vivos siguen a los muertos, y los muertos a los que murieron, y como siempre nunca, nunca cambia, la senda de La Comuna no es vereda, ni es ancha, es un reguero, una fina linea delgada que acaba en un cementerio y en la colina más alta, ahora se levanta, de pureza inmaculada, un nicho blanco sagrado, un corazón parado, un corazón sin memoria, sólo para expiar los pecados, de los vivos avergonzados.

Brûle Paris!. C'est la Comune, c'est la ruche, c'est le drapeau rouge!

Brûle Paris!. C'est le canon, c'est le pouvoir, c'est le drapeau noir!