Tras el gran desfile, con toda su pompa y su gala, sus
floridos uniformes, sus orgullosos soldados, sus brillantes armas, recuerdo
ahora la más poderosa de todas...
La que lo fue sin quererlo, la que lo fue sin saberlo, todas
esas mujeres que derramaron las lágrimas que los hombres guardaron para los
años lejanos al recordar a los camaradas y a los hermanos que por el camino se
quedaron.
Hubo entre ellas quienes acudieron al frente para seguir los
pasos de sus padres, y de sus hermanos, vistieron el uniforme, sirvieron como
enfermeras para curar y proteger a los heridos o consolarlos antes de
convertirse en caídos, pero no fueron sólo el aliento de la belleza en medio de
una breve y corta existencia, sino que se convirtieron en operarias en las
fábricas de armamento trabajando sin descanso para salvar la vida de los
soldados, en operadoras de radio manteniendo viva la comunicación entre las
líneas con un fino hilo de voz, en aviadoras cuya sombra en la noche en
aviones de tela sembraba el terror entre sus enemigos, en francotiradoras cuya
precisión aterraba a quienes sin adivinarlo se convirtieron en una muesca en su
fusil, en partisanas que ocultas entre la frondosidad del bosque sabotearon los
esfuerzos de un ejército invasor por domar la tierra, en falsas amantes de
nobles oficiales prusianos para abatir uno a uno a los estrategas de su alto
mando, y muchas, muchas de ellas pagaron su valor con atroces torturas,
repletas con frecuencia de una morbosa perversidad sólo por su género.
Otras fueron simplemente madres, hermanas o hijas que
emplearon sus días en esperar con la paciencia y sufrimiento del ocupado, el
fin de aquella guerra casi eterna, en la que no importaba la victoria si no es
con el regreso del que se espera, y lucharon durante 1410 días, hasta que la
bandera roja se alzó sobre las calles de Berlín.
Sin embargo después de aquellos días, ... algunas... sólo
esperaron.
советских женщин.22.06.1941-02.05.1945